Fernando Valiente: “El recurso humano está en Chile, sólo tenemos que darle sentido”

El doctor microbiología recuenta cómo se levantó la red de laboratorios de 32 universidades, que hoy contribuyen con el 15% de los exámenes de diagnóstico de coronavirus a nivel nacional.

El 31 de enero, cuando aún no se registraban casos de SARS-CoV2 en Chile, la Sociedad de Bioquímica y Biología Molecular de Chile y la Sociedad de Microbiología de Chile, de la cual Fernando Valiente, bioquímico y doctor en Microbiología y vicepresidente de ésta última, emitieron una carta a las autoridades científicas y de salud. El objetivo: reforzar la capacidad de diagnóstico y análisis ante un eventual escenario de pandemia. Hoy, la Red de Laboratorios universitarios COVID-19 suma 32 casas de estudio, y su apoyo se traduce en aproximadamente el 15% de los exámenes de diagnostico de coronavirus a nivel nacional.

Fernando se desempeña como profesor asociado en la Universidad de Chile, para el Programa de Virología del Instituto de Ciencias Biomédicas, como también investigador principal del Laboratorio de Virología Celular y Molecular de la Facultad de Medicina.

¿Cuál fue el primer paso para articular esta comunidad de laboratorios?

Esto parte con una carta de la Sociedad de Microbiología y Bioquímica, poniendo a disposición las sociedades para lo que fuera necesario, al Ministerio de Salud y el Ministerio de Ciencia. Cabe destacar que en ese entonces habían voces que decían que no iba a pasar acá y que la academia, como suele suceder en febrero, estaba en receso.

En una primera reunión conjunta con el Ministerio de Ciencia y el Ministerio de Salud, constatamos que tenemos la infraestructura y capacidades subutilizadas. Desde ahí partimos haciendo un catastro dentro de las mismas sociedades de la infraestructura con la que contamos. Participamos posteriormente en la formulación de la estrategia de diagnóstico, algo que hasta el 20 de marzo sólo lo hacía el ISP.

¿Cuál fue el paso más difícil en esta etapa?

La burocracia. Al necesitarse laboratorios clínicos, tuvimos el desafío de asegurarnos que estos laboratorios clínicos cumplan con ciertas indicaciones. Se establecieron protocolos para la validación de los diagnósticos con el ISP, como también establecer los convenios con los servicios de salud regional correspondientes. Este trabajo burocrático nos tomó tres semanas. Esto es primordial, ya que todos los exámenes que estamos realizando no tienen costo al sistema, gracias a los convenios que tienen las universidades y el fondo de emergencia del Ministerio de Ciencia y el Ministerio de Salud.

¿Cómo es el trabajo hoy, 6 meses después?
La red funciona prácticamente por sí sola. Las autoridades locales saben que pueden contar con nuevos laboratorios a los cuales pueden derivar exámenes. Hace seis meses lo hacían los hospitales o las clínicas privadas, las universidades en esa ecuación no existían. En Atacama, por ejemplo, el 90% del diagnóstico regional lo hace la universidad. En Magallanes, el 60% lo hace la universidad.

En cuanto a colaboración, ¿cómo alinearon expectativas?
Estamos todos remando para el mismo lado, entonces hemos reaccionado rápido cuando hay un nuevo laboratorio que quiere unirse o para capacitar cuando no se sabe utilizar un equipo determinado. La actitud generalizada ha sido de generosidad y humildad.

¿Qué considerarías el mayor logro de esta red?
Hay muchos países en los que se ha tratado esto sin éxito debido a la falta de comunicación entre los actores. En nuestro caso, si no hubiese estado el Ministerio de Ciencia, la discusión posiblemente habría recaído en otra área, como el Ministerio de Educación. A pesar de estar las mismas personas, capacidades e infraestructura, no sé si habría resultado de la misma manera. Es un tema de visión diferencial que tiene cada una de las carteras.

Para otras ¿Qué consideras elemental para la colaboración?
El liderazgo y la visión común son clave, pero estos sólo son posible con la transparencia de las partes, para establecer un marco de colaboración con metas alcanzables. Segundo, tenemos que ser capaces de poder conversar de todos los temas, sin necesariamente compartir credo o color político. En la academia estamos acostumbrados a la colaboración y no hemos tenido mayores problemas porque hemos podido solucionarlos con el expertise de todos. Finalmente, en la colaboración es importante hacerlo con los recursos correspondientes. Esto sin duda puede significar recursos monetarios, como también en un sentido valorizado en horas de recurso humano especializado o facilitación de infraestructura, como es el caso de instituciones como las universidades.

El liderazgo y la visión común son clave, pero estos sólo son posible con la transparencia de las partes, para establecer un marco de colaboración con metas alcanzables. Segundo, tenemos que ser capaces de poder conversar de todos los temas, sin necesariamente compartir credo o color político. En la academia estamos acostumbrados a la colaboración y no hemos tenido mayores problemas porque hemos podido solucionarlos con el expertise de todos. Finalmente, en la colaboración es importante hacerlo con los recursos correspondientes. Esto sin duda puede significar recursos monetarios, como también en un sentido valorizado en horas de recurso humano especializado o facilitación de infraestructura, como es el caso de instituciones como las universidades.